sábado, 21 de julio de 2018

-21

Sufrir para escribir, crear, generar contenido. Hacerlo para, ¿dejar de sufrir? No es casualidad la frecuencia del volver, es el mismo deber ser. Para colmo, coinciden dos circunstancias que se repiten como si fueran el borrador de la peor novela de un ser humano: muerte y dolor.

Se da vuelta otra colección anual de ausencia que se remata con una gran sorpresa de desconsuelo. Parece mentira que, en tenencia de una pesada marca conocida, desde los pastizales del señor amor se cosecha azufre. Y de la mano ambos destruyen lo que fue un período de siembra fértil y estupenda. Pero claro, el temporal necesitaba un aliado y de arriba lo encontró. No hace falta mencionar el elevado potencial de la fusión intrínseca cuando se puede ver a simple vista la magnitud del shock.

Es extraño no sentir nada más allá, no existir dentro. Exponerse a nadie, contemplar la vida sin ningún motivo. Plasmar angustia proveniente del ente que ya no volverá jamás. Expresar el pico negativo de manera natural como si fuera la única fuente de inspiración. No es grato saber que para volver -y ni siquiera de acuerdo- el motor es perder.

Serán un adiós y un hasta luego.
Mientras tanto, dormir.