Bloquea tus motores, detiene el movimiento. Paraliza tus sentidos, logra su cometido. Succiona hasta la última gota y deja vacío un lugar que, de por sí, ya estaba en escasez. Esa misma, la de siempre, la inconfundible. La sin igual, la que te acompañará hasta el último día y verá consumirte poco a poco porque ese es su único deseo de existir.
A no confundir, ambas vienen de la mano. Tan unidas como uña y carne, sólo cuesta saber cuál se asomó primero. Las dos son crueles pero ella logra hasta manipularla para conseguir pasar más tiempo a solas. Sí, es capaz de chantajear a su propio par sólo para drenar tu integridad aún más y sin distracciones, sin compartir. No podés escapar, el daño ya está hecho.
Tus ojos se hunden y tu respiración se ralentiza. Estás a punto de caer y no querés saber nada al respecto. Malas noticias: ha vuelto. Y no conforme con eso, está bastante enojada por cómo creíste haberla olvidado. ¿Hace falta...? No, no va a ser barato... La inmensurable proporción de los hechos demuestran de forma clara que se vienen tiempos muy complicados.
Buscar soluciones suena acogedor, de buen espíritu y motivacional. La única realidad es que a nadie le importa. ¿Cómo resolver esto? Sencillo... Tomando coraje para continuar hacia el cosmos. Intercambiar una desgracia por otra anularía una tercera en el futuro, o al menos así debería ser.
Si realmente hay un futuro mejor, ¿se justifica el precio del presente infernal?