Me quedaría mirando el cielo todo el día, observando las nubes y el resplandor del sol por la tarde. A la noche, la belleza compartida entre la Luna y las estrellas. Ese sería mi itinerario en estos momentos, pero no puede ser así. No debería, por las obligaciones. Entonces, es ahí cuando la irritabilidad comienza a crecer.
La mezcla furtiva entre azul y verde de la naturaleza me calma, aunque esté predestinado a cultivar ira. No se puede negar que es molesto tener que pasar por estos cambios, por hechos irrelevantes, cada un tiempo determinado. Ya no sé cómo hacer para pararlos.
Se me complica transmitir lo que me pasa, me está realmente fastidiando. Tendría que dejar de forzar la recuperación y ver mi cable a tierra.
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