viernes, 16 de enero de 2015

Nada, y vuelta

Para poder empezar a redimirse de esta situación, excesivamente tediosa y monótona, llena de la nada misma y aún así carente de su mismo origen, la única solución o salvataje es dar el puntapié inicial. Generalmente, estar atrapado en una constante te lleva a no encontrar la forma de abatir la rutina hueca, pero si se lo toma como una especie de purga, el análisis en frío del tema concluiría de manera positiva. Porque después de tanto tiempo, uno quiere volver.
Y para hacerlo un hecho, una realidad concreta, no hay que perder la esencia habitual que caracteriza al propio ser. Muchas veces, esa esencia suele apagarse a causa del desgaste que implica el paso de los años, perjudicando el potencial del individuo y hundiéndolo en su espesa sangre, derramada por culpa de su muerte figurada. En otras ocasiones, simplemente se mantiene, aunque se da por sentado la existencia de cambios en él, cambios que aportan un renovamiento constante. Queda en el mundo externo aceptar y apoyar, porque al protagonista todo le parece perfecto.
Haber estado ausente te pone duro, te dificulta una buena creación, te paraliza la imaginación; asuntos que se van amoldando a medida que uno vuelve, obviamente que a sus costos. Nada es gratis en la vida, el tiempo es oro; por ende, se necesita del tiempo para rearmar las armas, para atacar con velocidad y firmeza, para poder recitar correctamente las palabras adecuadas. Cuesta, pero el resultado es óptimo, vale la pena volver.

Otra cosa complicada, si la hay, es empezar hablando en un lenguaje destramado, sin contar nada. No decir nada es más difícil que decir algo, entonces, tal vez haya que contar un par de circunstancias semi-relevantes. Una podría ser la reciente necesidad de socializar hacia el exterior, por medio de una pantalla, porque el terreno firme está en déficit
Quizá cuando te dejan, se produce la auto-reacción de buscar, urgentemente, sanación. Suele perderse de vista que, dejando fluir el instinto, solamente se consigue más vacío. Esto provoca la sensación de frustración extrema, alimentando el círculo vicioso de la depresión. Lo más gracioso, es que no hay un motivo específico por el cual se llega a este punto, simplemente no estar distraído en algo más importante te conduce a buscar estar mal.

Uno piensa que haber contado tantas cosas es sinónimo de haber contado todo, pero siempre hay ese algo que falta contar. También se cree que se podría repetir ciertas cosas, olvidando la imposibilidad de hacer algo exactamente igual dos veces. Y sumando como detalle final, la perseverancia de hacer algo cada vez más rebuscado, que sólo sirve para terminar peor de lo que se empezó.
Terminando la idea, escribir diciendo nada es una posibilidad cercana, casi que lo es. Si hubiera que salir a desmentir, probablemente dijera nada. Y todavía más, nada.

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