sábado, 3 de agosto de 2013

Relato del yo actual

Los rasgos de la cara no se distinguen, no hay una expresión concreta. Los ojos sutilmente inflados, mirada perdida. Cansancio fantasma, y dolor real, como todo lo que siento desde el comienzo por vos. Cuerpo débil, prácticamente echado y sin apetito alguno. La oscuridad y la soledad me dejan en obviedad al quebrarme en llanto: estoy triste.
No hay nada más devastador que estar así, caído, cabizbajo, deprimido. Se siente como un vacío en el pecho, que termina contrayendo los músculos del tórax, piernas, etc. y culmina en los de la cara, produciendo el llanto. Límite donde ya no hay nada más que hacer, salvo llorar y llorar.
Una voz en mi mente me castiga verbalmente, hecho que aumenta el caudal de lágrimas. Para colmo, al no tener una mente estable, y tener todo en la superficie, se amplifica la dificultad del arduo proceso de restauración interna.
Escuchar ciertas canciones estratégicas, para encontrar la comprensión que ninguna persona puede igualar. Eso sí, puede que se agrave el tema del llanto, llevándolo al extremo; donde éste se torna aún más triste, desesperado y sonoro. Porque las letras, las melodías, penetran en mí, manifestando lo anteriormente descripto.
Pegarle a la almohada, al colchón, son cosas que también se desencadenan por la angustia. No encontrar algo, caminar por la casa, mirar cualquier cosa en la tele, y conmocionarse porque sí. Aunque en realidad, es por varias razones, mezcladas, y la que dinamitó fuiste vos.
En cada palabra, oración, y hasta párrafo, se me hace una pausa que, dependiendo del tamaño de lo mencionando, trae consigo pensamientos diversos. Casi que paralizan, no muy eficazmente, por lo que implica estar así. Una emoción concreta, sea cual sea, no me dura constante ni un segundo. Sin embargo, la que predomina es la del dolor, tristeza, angustia, melancolía, depresión, desazón.
Al escribir, sacio una parte de mí, tranquilizando ciertos puntos de mi mente. Esto no quiere decir que escribiendo se cura todo. Sólo dejo constancia de lo que vivo en este preciso instante, para mí en un futuro, y para alguno que pase por ahí.
La verdad es que tenía un soporte, una contención con tu persona, y saber que no será así es lo que hace que escriba esta frase con los ojos llenos de lágrimas, mientras la vista se pone borrosa y ya no sé si acierto en lo que quiero decir.
No me había soltado tanto, aunque no pareciera, con alguien, y sin darme la oportunidad de reafirmarlo cara a cara; eso es lo que más me duele, tanto que me muerdo por dentro, deformando todo el rostro, como cuando se llora de tristeza.
Todo lo que perciben mis sentidos, relacionado con la parte emocional, me retrae a vos y quiebro. Y lo más triste, valga la redundancia, es que no estoy exagerando en ninguna parte del relato, es tal cual está expresado.
Se me vino a la mente el día en que te escribí, y el que te leí… no sé cómo seguir.

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